martes, 22 de septiembre de 2015

Campeón mundial sin corona.

   - Tengo toda mi fe puesta en vos, Seba.
   - Vos decinos qué tenemos que hacer y nosotros te seguimos, Tapia.
   - Tapia, estás a cargo del grupo.
   - Bueno Sebastián, tenés el papel principal.
   - SebasT, vos vas a pasar primero.
   - Sos mi mejor amigo, Tapia.

   *interprétese como muchas voces hablando al mismo tiempo*
   - Vos sos el referente...
   - Confío plenamente en lo que vos digas...
   - Sos el primer tipo que conozco que...
   - Es tu decisión la que nos importa acá...
   - Recurro a vos primero...
   - El primero...
   - Primero...
   *silencio*

   No me gusta ser la primer opción. No me gusta ser el primero en la lista. No me gusta que me sigan. Ni siquiera puedo caminar más adelantado que el resto del grupo cuando vamos por la calle. No me gusta que confíen ciegamente en mí.

   Por supuesto, todos queremos que confíen en nosotros, en lo que decimos y hacemos, pero no quiero que me lo hagan saber. Muchos dirán que soy un tipo digno de confianza y creo que tienen razón. Son pocos, muy pocos, los que pueden reprocharme el haberles fallado alguna vez. Precisamente por eso les fallé, por decirme que me tenían plena confianza. Ya sé que confiás en mi, o que al menos esperás que haga o logre algo, pero no me lo hagas saber con palabras. Eso me inhibe, me incomoda, tengo miedo a decepcionar y me molesta recibir halagos, y no hay frase más halagadora que "confío en vos".

   Tampoco me gusta ser el primero. En nada. En llegar a un lugar, en autoridad, como opción, en entregar un exámen. En nada. Tampoco es que haya nacido para segundear, pero no me gusta distinguirme del resto del grupo por lograr ser "el primero", "el que está al frente de todo". Obviamente tampoco quiero ser el último, después de todo el último es el primero en orden invertido.

   No, no sirvo para comandar, para estar a cargo, para llevar las riendas de un carruaje en el que no viajo solo. Puedo estar ahí para apoyar, aconsejar, incluso tomar la posta momentáneamente ante la duda. Pero no quiero llevar la batuta, no tengo pasta de director de orquesta.

   ¿El primero en esta ciudad o el segundo en Roma? Segundo. Ya sea en Roma, Cártago, Esparta o Villa Cajeta. Ser el primero es sobresalir, distinguirse demasiado, tener la confianza y admiración (y también odio) de los demás. No, gracias, no necesito el reconocimiento, estoy bien si mi nombre aparece segundo en los créditos.

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